Un acuario podría describirse como un recipiente, más o menos grande con el único fin de albergar peces. Pero el mundo de la acuafilia va más allá y si estás pensando en tener un trocito de mar en tu salón deberás saber que hay varios tipos de acuarios, dependiendo del tipo de peces que queramos tener y de nuestra dedicación e interés
Montar un acuario no es poner un recipiente y llenarlo de agua y peces. Hay que tener paciencia y tener en cuenta que los peces que metamos dentro deberán vivir en paz y armonía.
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de tener un acuario es si va a ser de agua fría o de agua caliente o tropical. La diferencia está en los organismos que lo van a habitar. La mayoría de los nobeles en este fascinante mundo optan por los acuarios de agua dulce porque son más fáciles de mantener. El pez payaso, más conocido como Nemo, provocó que mucha gente inexperta se lanzara a los acuarios de agua salada, más difíciles de mantener.
Acuario de agua fría
No necesita un sistema de calefacción. Si eres nuevo es mejor que te centres en tener una sola especie que sea fácil de mantener y de gran resistencia como el Oranda rojo blanco, el Telescopio o el Boina Roja.
Las plantas también deberían ser resistentes y en cuanto a la iluminación bastará con un par de tubos fluorescentes.
Acuario de agua caliente
La temperatura del agua debe estar entre 24 y 28 grados. Hay una gran variedad de especies que pueden convivir en este tipo de acuario tropical como el Molly Negro, Neón, Barbos o la Paltys.
Las plantas también son más variadas y se puede lograr un variada flora. En muchas ocasiones, los nuevos amigos de los acuarios tienden a dejarse llevar por las formas y colores sin tener en cuenta la compatibilidad entre especies.
Acuario abierto o cerrado
Los acuarios pueden ser abiertos o cerrados. Con un acuario abierto podremos ver lo que ocurre en la superficie del agua y que las plantas crezcan por fuera. El problema es la evaporación del agua y no es recomendable si convives con otros animales en casa.
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El acuario holandés: En este tipo de acuario se da más importancia a las plantas que a los peces. Los peces son meros elementos decorativos. Las plantas pequeñas se colocan delante y las grandes detrás y la iluminación juega un papel fundamental.
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Acuario comunitario: Conviven varias especies de peces y plantas y es el más habitual. Lo más importante aquí es la compatibilidad entre fauna y flora.
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Acuario palustre: Es una mezcla de acuario y terrario. En el interior se busca imitar la ribera de un río con su plantas, peces y anfibios. Aquí hay que prestar especial atención a la humedad, la luz y el calor para que se pueda desarrollar de forma correcta.
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Acuario biotopo: Tratan de imitar una selva. Suelen tener una gran cantidad de flora que muchas veces impide ver a los peces.
Pecera, acuario y estanque
Dependiendo del tamaño, los acuarios se dividen en: pecera, acuario y terrario.
La pecera alberga un par de peces de la misma especie. Son las peceras de cristal redondeadas, que ya no se ven mucho y que no requieren demasiada responsabilidad.
En el acuario podemos aprender muchísimo no solo sobre la fauna acuática sino también sobre la flora. Podemos recrear hábitat y ver cómo conviven diferentes especies entre sí.
Un estanque es más grande y está al aire libre. Por lo general, es un espacio de jardín y permite tener peces de gran tamaño.
Tener un acuario en casa, además de ser un pasatiempo de lo más entretenido es un elemento decorativo que proporcionará un ambiente relajado y una vista espectacular. Un acuario en casa permitirá centrar la calma y la elegancia del hogar en un solo punto.