Los gatos y el calor


Ayuda a tu minino a superar con éxito el aumento de las temperaturas

Seguro que durante este último mes has percibido un notable incremento de las temperaturas, un calor que nos aplatana, predispone a la deshidratación, y nos obliga a recluirnos en casa durante las horas centrales del día. Por supuesto, no eres el único que lo ha hecho, sino que tu gato, también lo habrá notado. Así, y a pesar de que la mayoría de mininos domésticos reside en pisos, goza de una calidad de vida envidiable; y con el cambio de estación a la vuelta de la esquina, deberías tener en cuenta algunas precauciones para ayudarle a combatir el verano.

Lo primero que has de valorar es que estos felinos (a excepción de los Sphynx) están recubiertos de un pelaje que les protege del frío y que, habitualmente, no les causa demasiados problemas frente al calor. Sin embargo, en las jornadas más bochornosas y, sobre todo, en determinadas franjas horarias, pueden pasarlo mal si no se toman las medidas necesarias. La idea general consiste en extremar los cuidados en cuanto a lo que a la exposición solar se refiere; porque sí, los gatos también pueden sufrir quemaduras por radiación, desarrollar enfermedades en la piel tan graves como el cáncer y otras complicaciones.

Los gatos y el calor

Consideraciones

Aunque residas en un apartamento, lo ideal es que el gato disponga de un lugar al exterior en el que gozar de la fresca. Una terraza, un balcón, una repisa lo suficientemente ancha que no ponga en peligro su integridad… etc. Allí podrá estirarse y similares. Si posees del espacio apropiado, instala una fuente específica de la que mane el agua -les hipnotizan los chorros en movimiento-. Por supuesto, evita que salga si les da el sol directo (aunque tu peludo adore tostarse bajo los rayos), si los azulejos de la terraza se calientan, etcétera. Nunca olvides ubicar un cuenco del que le sea posible beber en estos lugares. Cambia su contenido con frecuencia y procura que siempre esté fresco. Usar cubitos es una excelente opción.

Permítele que suba al banco de la cocina para beber del chorrito. La pila del baño también servirá. Mojará juguetonamente su patita en él y, al mismo tiempo, se refrescará.

Cuando salgas, baja las persianas para que el sol no se cuele en el interior de la casa y caliente el mobiliario, ni aumente la temperatura del habitáculo. Deja la cocina y el aseo abiertos, son las partes más frías del domicilio, pues suelen encontrarse forradas de azulejos de cerámica, mármol, y otros materiales aislantes (de hecho, las antiguas neveras se construían a base de mármol).

Si se trata de una raza de pelo largo, otra opción es raparlo. Eso sí, dependerá del ruido de la máquina “esquiladora”, de lo nervioso y sociable que sea tu gato y otros factores.

En los viajes en coche no lo dejes nunca encerrado en el transportín ni en el interior del vehículo.

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Cepíllalo con más frecuencia: como sabes, estos felinos se asean valiéndose de su lengua y saliva; esta última atenúa su temperatura corporal; motivo por el cual suelen incrementar la frecuencia de “lametazos”. ¿El resultado? Que el riesgo de desarrollar bolas de pelo en el estómago también aumenta. Por fortuna, además de cepillos y peines especiales, existen suplementos alimenticios como la malta (con efectos laxantes) que os ayudarán a evitar esta clase de inconvenientes.

Si tu gato es incapaz de renunciar a su particular “siestecilla” al sol, protege sus orejas con un filtro solar específico.

Por desgracia y aunque pongamos en práctica estas precauciones, no siempre es posible resguardar a nuestro gato del calor ni de sus consecuencias -golpes de calor, insolaciones, quemaduras y similares-. No te preocupes, en próximos artículos te contaremos cómo abordarlos.

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Águeda A. Llorca Bravo
Periodista y fotógrafa

mayo de 2015

Los gatos y el calor es un consejo para Gatos, y habla sobre Cuidados.


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