Ana Bolena, Freddie Mercury, Winston Churchill… son muchos los personajes históricos que amaron a sus mascotas
Todo aquel que adora a los animales y/o que ha acogido alguna vez a una mascota en el seno de su hogar conoce sobradamente el sentimiento que son capaces de desarrollar en los humanos e incluso los efectos que pueden significar para su salud y vida en general. Sin embargo y a pesar de su probada influencia, cuando hablamos de celebridades históricas -y a pesar de que sí tenemos en cuenta sus antecedentes familiares y la relación con su parejas- solemos obviar a aquellos peludos y animalitos que hicieron de su existencia una cuestión mucho más interesante. Por eso, hoy repasamos algunas de las personalidades más emblemáticas de todos los tiempos y sus “queridos amigos”.
-
Ana Bolena: la segunda reina de Enrique VIII amaba tanto a su perrito que, cuando murió, solo el soberano se atrevió a comunicarle la mala noticia.
-
Flannery O’Connor: la escritora estadounidense fue un poco más original, se pirraba por los pavos reales y su plumaje. Su frase “cuando el pavo real da la espalda, el espectador comenzará a caminar a su alrededor para obtener una vista frontal, pero el animal continuará girando, impidiéndoselo. Lo que hay que hacer es quedarse quieto hasta que él, cuando le venga en gana, decida girarse, momento en el que el observador tendrá el privilegio de ver el arco verde de su plumaje, la galaxia de soles aureolados” resulta bastante significativa.
-
Lucio Licino Craso: este aristócrata romano trataba a su adorada anguila como a “una auténtica doncella”. Se cuenta que el cortesano la adornaba, asimismo, con joyas diversas y que lloró su muerte.
-
Virginia Woolf: su perro Pinka, representaba para la dramática escritora “y a riesgo de pecar de sentimental”, decía, “la faceta privada de la vida, el juego”.
-
Freddie Mercury: un auténtico amante de los mininos, a quienes rindió homenaje en su disco en solitario Mr. Bad Guy.
-
Edith Wharton: de sus pequeños canes, esta diseñadora y escritora norteamericana afirmaba que eran un “latido del corazón” a sus pies. ¿Existe, manera más intensa de describir lo que sentía por ellos?
-
Kurt Vonnegut: a este adalid de la ciencia ficción le encantaba el canicross, es decir, salir a correr con su perrito Pumpkin.
-
John Lennon: aunque no era el único Beatle amante de los animales, él se ablandaba ante cualquier pequeña y aterciopelada panterita. Sus gatos negros aparecen en numerosas fotos familiares.
-
Bo Derek: la “mujer 10” no podía resistirse a los mimos de sus dos Bullmanstiffs, Castro y Castalia.
-
Ché Guevara: el revolucionario contó con el apoyo de su can Hombrito durante la llamada Misión Nevado, en Sierra Maestra.
-
Gérard de Nerval: aunque menos conocido, este poeta romántico francés, se hizo famoso (entre otras excentricidades) por sacar a su langosta con una correa de seda azul.
-
Osvaldo Soriano: quien afirmó que “un escritor sin gato es como un ciego sin lazarillo”. Una afirmación avalada por compañeros de oficio como Edgar Allan Poe, Bukowski, Baudelaire, Ana Frank, Pablo Neruda, y otros autores de igual envergadura.
Como guinda final, os dejamos con un precioso poema de Bukowski:
Ya sé. ya sé.
son limitados, tienen necesidades
y preocupaciones
distintas.
Se quejan pero nunca se
preocupan.
Caminan con una dignidad sorprendente.
Duermen con una simplicidad directa que
los seres humanos sencillamente no podemos
comprender.
Sus ojos son más
hermosos que los nuestros.
Y pueden dormir 20 horas
al día
sin vacilar ni sentir
remordimientos.
Cuando me siento
bajo de ánimos
me basta con
observar a mis gatos
y me
vuelve
la valentía.
Estudio a estas
criaturas
son mis
maestros