Los gatos y sus territorios: una cuestión de instinto
Desde que el gato montés africano fuera domesticado en el Antiguo Egipto hasta hoy en día, nuestro gato doméstico, en todas sus razas y variedades, ha ido sumando pequeñas mutaciones genéticas (visibles en el color, pelaje, ojos) y ciertos cambios en el comportamiento (fruto de la domesticación y sedentarización) que lo han diversificado. Sin embargo, algunas pautas (instintos) son comunes a todos ellos. Uno de estos instintos ancestrales que sigue predominado en cualquier gato es su marcada territorialidad.
Tanto el gato salvaje como el doméstico, necesitan disponer de un territorio propio. En la vivienda donde suelen habitar nuestros gatos el espacio es restringido y la mayoría no tienen un libre acceso a la calle, ni a zonas ajardinadas o anexas. Aun teniendo esta libertad, el gato que habite con nosotros debe siempre tener delimitadas varias zonas dentro de la vivienda a las que, además, tiene que poder acceder libremente en cualquier ocasión. Lo contrario puede provocar la aparición de problemas de comportamiento y de convivencia, ya sea agresividad (hacia personas u otros gatos que convivan con él) o estrés (que puede manifestarse con marcaciones de orines o heces, maullidos, eccemas, etc.) entre otros.
Territorios fundamentales
Los dos “territorios” fundamentales que son requeridos para tener un gato sano y equilibrado son los de aislamiento y de actividad. Es decir, una zona de reposo y descanso donde pueda tanto acicalarse (actividad a la que dedica gran parte de su jornada), como dormir en sueño profundo, es decir, una zona en la que se sienta seguro; y otra donde podrá cazar (jugar), comer y seguirse aseando.
Estos territorios no deben entenderse como zonas cerradas o estancas, sino que pueden compartir funcionalidad, es decir, en un apartamento en el que no se disponga de mucho espacio una zona de descanso (sofá) puede hallarse en el centro de una zona de actividad (salón). El sofá puede actuar, a su vez, como lugar de vigía desde donde controlar el espacio de juego y puede, llegado el caso, que el gato lo use para su acicalamiento.
Zona de descanso
De cualquier modo es básico que nuestro gato siempre cuente con un lugar de descanso tranquilo y confortable. En muchos casos él elegirá donde (si no se lo limitamos) y para nuestro fastidio puede que no sea el cestón de mimbre con cojines que le habremos comprado, sino que acabará siendo debajo del edredón de nuestra cama. Sea cual sea el lugar elegido por nuestra mascota una vez que se retire hemos de molestarle lo menos posible, dejando para esta zona las interacciones cariñosas y relajantes con nuestra mascota (caricias). Recuérdese que un gato cachorro debe dormir profundamente suficientes horas al día para desarrollarse completamente.
Zona de juego
En cuanto a la zona de juego, es difícil imponer al gato que juegue en un espacio concreto. El juego es básico porque es un sucedáneo de la caza (instinto común a todos los gatos) y este puede empezar en el lugar más insospechado, con la irrupción de una mosca, por ejemplo. Nuestro cometido es dejar a su disposición en esta zona sus juguetes favoritos y jugar también con él ahí. Nuestro gato siempre necesitará que le dediquemos tiempo y atenciones.
Zona de descanso
Por último, es igualmente importante que consideremos separar la zona de alimentación (Comedero y bebedero) y la de higiene (arenas), entre sí, y si es posible de las dos anteriores y evitar cambiarlas en la medida de lo posible. Recuérdese que los gatos no suelen tolerar bien que su alimento y agua estén cerca del arenero.
Un gato con sus territorios bien establecidos dentro del hogar conservará su equilibrio emocional y evitaremos así muchos comportamientos indeseables.
Los gatos y sus territorios es un consejo para Gatos, y habla sobre Etología.