Una invasora que viene para quedarse.
La cotorra de Argentina, cata, perico monje o cotorra de pecho gris (Myiopsitta monachus) es uno de los 328 psitácidos del mundo (loros, periquitos, cotorras y cacatúas) que presenta la particularidad de construir sus nidos con abundantes ramas en árboles u otros soportes, llegando a formar nidos coloniales en estado salvaje. Su área original de distribución es bastante amplia, comprendiendo gran parte de Argentina, Uruguay, Paraguay y áreas meridionales de Bolivia y Brasil.
Desde mitad del siglo XX la cotorra de Argentina se ha convertido en el “periquito” más famoso de América. Su fama ha sido tal que entre los años 70 y 80 se convirtió en el ave exótica de moda en países como EEUU, Holanda, España o Brasil. El motivo de su gran acogimiento por el público amante de las exóticas es sin duda su adaptabilidad, fácil cría y el hecho de que en casa la cotorra de Argentina es un ave pacífica y cariñosa, fácil de domesticar y que puede llegar a ser, con paciencia y dedicación por nuestra parte, una gran habladora.
Sin embargo, nuestra amiga también tiene su lado menos bueno. Como muchas otras psitácidas puede ser muy destructiva (algo que puede paliarse con el empleo de determinados materiales para su alojamiento) por lo que se ha de andar con cuidado si se le suelta por la casa. Otro inconveniente es que es un ave bastante alborotadora y ruidosa. A esto podemos sumarle la dedicación que este tipo de pájaros conlleva, el espacio que necesitan y el hecho que su esperanza de vida sea muy alta que en el caso de nuestra cotorra se sitúa entre los 25 y los 30 años de media en cautividad (sólo 10 años de vida en promedio en estado salvaje). La combinación de estos factores lleva a que muchos de sus dueños, llegado el momento, se desembaracen de ellos. De hecho, año tras año miles de psitácidas son soltadas indiscriminadamente por individuos irresponsables o sin escrúpulos. Desgraciadamente en la mayoría de los casos las pobres aves morirán. En otros en cambio pueden llegar a adaptarse al nuevo medio.
En ese sentido, la cotorra Argentina ha demostrado ser una auténtica superviviente. En 1975, por ejemplo, el perico monje se observó por primera vez en libertad en Barcelona. Hoy en día se estima que en la ciudad habitan unas 1500 cotorras en libertad y en el resto de Cataluña unas 1600 más. Asimismo, en el resto de España se ha incrementado exponencialmente su número. De igual modo también existen colonias estables de cotorras de argentina asilvestradas en Italia, Holanda, Bélgica, Portugal, Chequia y Estados Unidos. Su particular éxito como especie invasora se basa en su versatilidad, diversidad alimenticia y en el hecho de que forma pequeñas colonias que habitan en sus nidos lo que en invierno se convierte en una buena defensa contra el clima.
Hoy por hoy en España la cotorra de Argentina es considerada una especie establecida, común en las áreas metropolitanas de Barcelona, Málaga, Alicante o Valencia. A pesar de ser considerada como plaga agrícola en algunos países del Mundo, especialmente en su área propia de distribución, en las nuevas zonas de colonización aún no merece ese estatus, si bien su creciente número puede llevar a ello en el futuro. Pueden constituir también una indudable competencia sobre aves autóctonas como el mirlo (al que depredan sus huevos), la paloma bravía o incluso el gorrión común. La perspectiva es que sin medidas para frenar su comercialización y sin ningún tipo de plan de gestión la especie continuará su avance irrefrenable, pudiendo constituir una amenaza para determinados cultivos.
En síntesis, la intervención humana y la selección natural han permitido su presencia entre nosotros y es justo considerarla como un integrante reciente de la variada avifauna ibérica. Con todo y con eso deberíamos hacer una reflexión sobre la responsabilidad que conlleva la adopción de una mascota, sea una cotorra, una tortuga de Florida o un perro. A la hora de acoger un animal debemos tener presente que nuestra adopción es para toda la vida de nuestra mascota y si no estamos seguros de nuestro compromiso es mejor no dar el paso. Asimismo, si nuestra situación cambia radicalmente nunca, y bajo ningún concepto, podemos abandonar un animal a su suerte. Si además la especie que vamos a abandonar es foránea, las consecuencias de nuestro acto son impredecibles para el ecosistema autóctono. Véase, sino, los problemas que la tortuga de Florida, el cangrejo o el visón americano están generando para algunas especies autóctonas ibericas.
La cotorra de Argentina es un consejo para Aves, y habla sobre Temas generales.